23 Jun 🦖 Dinosaurios y humanos: 7 cosas en común que (igual) desconoces
No me gusta que se considere a los dinosaurios como un entretenimiento infantil. Bajo esa apariencia de libros con apariencia pueril hay mucha ciencia deseando ser descubierta. Y que, en mi opinión, debe ser conocida para entender mejor quiénes somos y por qué estamos aquí. De hecho, una de las razones de nuestra presencia sea posiblemente su ausencia. Aunque eso nunca lo sabremos, a menos que la ingeniería genética nos permita comprobarlo en un futuro ¿no muy lejano?
Recientemente leí el libro Auge y caída de los dinosaurios, del paleóntogo Steve Brusatte y he corroborado cosas que ya sabía y otras que desconocía y que me han abierto más los ojos sobre ese mundo perdido o ese “imperio muerto”, como lo denomina Brusatte, que pereció bajo la luz y el fuego del espacio exterior hace 66 millones de años.
Tendría muchas cosas que comentar sobre el libro, pero no quiero pecar de spoiler y prefiero que las compruebes y disfrutes por ti mism@. Vale la pena, de verdad. En este artículo solo me gustaría introducir, a modo de conclusiones de mi lectura, algunas claves que demuestran que esos enormes vertebrados tenían más cosas en común con nosotros que ilustrar nuestros libros o rugir en nuestras películas. Estas son algunas de ellas.
🦖 Tenemos un origen o ancestro común
Además del ancestro universal de todos los seres vivos en la Tierra, que surgiría en un intervalo de hace 4.000 y 3.500 millones de años, los dinosaurios y los humanos formamos parte del reino animal y, dentro de este, nos ubicamos en el filo de los cordados. A su vez, ambos somos vertebrados. Luego, dentro de los vertebrados, pertenecemos a distintas clases: los dinosaurios a los saurópsidos y los humanos a los mamíferos. Pese a ser de distintas clases, ambas convivieron en el pasado y conviven en la actualidad. Los saurópsidos son un clado de vertebrados amniotas al que pertenecen la mayor parte de los reptiles y también las aves. Tienen en común la posesión de escamas epidérmicas de queratina y un huevo amniótico virtualmente idéntico en todos ellos. Fueron muy diversos en el Mesozoico (entre 252 y 66 millones de años), época en la que surgieron los dinosaurios, pterosaurios e ictiosaurios. En la actualidad existen cerca de 9.000 especies de reptiles y casi 10.000 de aves.
Modelo de fósil de dinosaurio / Getty Images
🦖 Convivencia en el pasado
En el Mesozoico también había mamíferos. Estos surgieron en el Triásico, el primero de los tres períodos que componen la era mesozoica en la que vivieron los dinosaurios. Como señala Brusatte, “muchos de los animales actuales más reconocibles pueden remontarse al Triásico”, entre ellas “las primeras tortugas, lagartos, cocodrilos e incluso mamíferos”. Muchos paleontólogos se refieren a este período como el “alba del mundo moderno” en términos biológicos. Entonces los continentes estaban juntos en Pangea e irían separándose en un proceso que duraría millones de años, pero ya caminaban por esos territorios nuestros antepasados. Incluso los parientes de los mamíferos fueron más dominantes y exitosos en el Triásico temprano y medio, para luego ceder el testigo a los dinosaurios. Otros, como Torrejonia, prosperarían tras la extinción masiva del Cretático superior, unos tres millones después del impacto del gran asteroide en la península de Yucatán (México).
🦖 Todavía viven entre nosotros
Sin embargo, pese a la idea que ha calado en la cultural popular, los dinosaurios todavía no se fueron y siguen viviendo entre nosotros, a través de las aves. No se trata del relato de un friki trasnochado de los dinosaurios, sino lo que señala el consenso científico. A esta conclusión no se llegó de la noche a la mañana, sino tras muchas investigaciones a partir de evidencias fósiles. Fue el descubrimiento de un fósil de Archaeopteryx en 1861 el que cambiaría la forma que tenemos de conocer las aves. Esta especie de dinosaurio está considerada como el ave más antigua en el registro fósil. Y, como el propio Charles Darwin incluyó en una de sus ediciones de El origen de las especies, era una prueba de que las aves tenían una larga trayectoria que se podía explicar a través de la evolución…desde los dinosaurios.
Aves al atardecer / Getty Images
Brusatte entra en numerosos detalles que explican por qué estos enormes reptiles alzaron el vuelo y cómo las aves están emparentadas o, mejor dicho, son descendientes directas de terópodos como Velociraptor, Deinonychus e, incluso, Tyrannosaurus rex. Las palomas o el pollo se incluyen en el mismo linaje que los raptores y todas las aves forman parte del clado Dinosauria. Las gallinas y las avestruces, según un estudio de la Universidad de Harvard, son los parientes vivos más próximos al T. rex. Las aves se originaron en algún momento del Jurásico y fueron evolucionando hasta que hace 66 millones de años, en el colapso del Cretácico, se convirtieron en los únicos dinosaurios que sobrevivieron a la extinción masiva que acabó con estos increíbles animales. Hasta nuestros días. Así que si miras al cielo o incluso a la acera por la que caminas, tu mirada se cruzará con alguno de estos terópodos contemporáneos.
🦖 Adaptación a cambios del entorno
Puede parecer que, por su extinción tras el impacto del asteroide de Chicxulub, en la península de Yucatán, los dinosaurios no dejaran una fama de éxito evolutivo, pero sí lo tuvieron y de grandes proporciones. Hay que recordar que su presencia sobre la Tierra se alargó unos 174 millones de años. Es muchísimo tiempo más del que nuestra especie lleva sobre este planeta. Y dominaron durante la mayor parte de ese tiempo (unos 135), desde la extinción masiva del Triásico tardío hasta el final del Cretácico. Conquistaron todos los continentes (menos la Antártida) y lograron una enorme diversidad de especies, a pesar de que solo fueron animales terrestres (las primeras aves no volaban).
Sobrevivieron, por tanto, a dos de las grandes extinciones masivas de especies que ha vivido nuestro planeta y también se adaptaron a las importantes transformaciones que se registraron en el límite entre el Jurásico y el Cretácico. Como explica Brusatte, no fueron cambios apocalípticos, sino “cambios más lentos en los continentes, los océanos y el clima, que tuvieron lugar a lo largo de unos 25 millones de años”. No supusieron variaciones bruscas que los dinosaurios notasen en su vida, pero sí transformaciones a largo plazo que acabarían con especies tan míticas como los saurópodos del Jurásico, entre ellos el icónico Brachiosaurus (uno de mis favoritos) o carnívoros implacabales como Allosaurus.
Nosotros, los humanos, compartimos también esa adaptación a los cambios en el entorno natural. Con todo, nuestra experiencia todavía es mucho menor y aún está por demostrar que podamos resistir a estos desafíos. Entre ellos, el cambio climático, que experimentamos en la actualidad. Por tanto, compartimos un mismo planeta y sus efectos evolutivos. Ser más inteligentes (nuestro índice de encefalización es de 7,5 frente a un 2,4 de terópodos como el T. rex, más inteligentes que los herbívoros) no es precisamente una promesa de que seamos, a la larga, más exitosos. La prueba es que nos quedan muchos millones de años para igualar el dominio de los grandes vertebrados del Mesozoico.
🦖 Coincidencias en el paisaje
Si bien es cierto que el clima y los continentes eran muy distintos en la era de los dinosaurios (sobre todo en el Triásico y Jurásico), había elementos del paisaje que nos son familiares actualmente. Uno de ellos es la presencia de algunas especies de plantas, como los helechos, cuyo origen es incluso más antiguo que esos enormes vertebrados (se estima en más de 400 millones de años). O el árbol Ginkgo biloba, una especie única y auténtico fósil viviente, que ya estaba presente en nuestro planeta hace unos 250 millones de años, antes que los dinosaurios auténticos. Además, nuestro entorno está rodeado de plantas con flores, las angioespermas, que no pudieron disfrutar los dinosaurios del Triásico ni del Jurásico, pero sí los del Cretático, pues surgieron hace unos 130 millones de años. En los 60 millones de años posteriores se diversificaron de forma asombrosa y en la actualidad están representadas por más de 250.000 especies.
Hojas de Gingko biloba – Getty Images
🦖 Amenazas del espacio exterior
Dicen que la ignorancia es la felicidad, pero sus efectos no debieron de ser muy agradables el día en el que el enorme asteroide de 10 kilómetros de diámetro segó de forma abrupta el destino de los dinosaurios hace 66 millones de años. Ellos no pudieron evitarlo porque no eran conscientes de las amenazas del espacio exterior. O, al menos, no tenían la tecnología ni los conocimientos suficientes para prevenirlas o combatirlas. La especie humana está más preparada y, sobre todo, es más consciente de los riesgos que los objetos estelares representan. Compartimos con los dinosaurios amenazas similares pero ¿podremos evitarlas?
Tyrannosaurus rex huyendo del impacto del asteroide / Science Photo Library
🦖 Características evolutivas únicas
No está bien que lo digamos nosotros pero, en comparación con la vida que conocemos en el universo, la nuestra es una especie única. Sobre todo por nuestro nivel de conciencia e inteligencia. Y por el lenguaje, que es un rasgo clave para entender nuestro desarrollo cultural e intelectual. Como explica Pedro José Cascajosa en De los quarks a la próxima extinción (2012), el entorno no solo se refiere al medio ecológico. También a “la nutrición, las emociones, el medio celular, el intrauterino e incluso los factores que actúan en la duplicación genética y en la elaboración por éstos de las proteínas”. Pero recuerda que tampoco podemos olvidar “el medio sociocultural como parte del entorno en familias como los homínidos”. Es decir, nuestra cultura.
Para ilustrar esa enorme relevancia que la cultura tiene en nuestra evolución biológica basta con un dato: solo existe un 1,23% de diferencias genéticas entre el genoma del hombre y del chimpancé que, sin embargo, se traduce en una gran diferencia fenotípica. La clave de nuestra diferencia hay que buscarla especialmente en nuestro cerebro, considerada la estructura más compleja del cosmos. En él se esconden muchas de las razones para entender por qué somos como somos y que expliqué en este artículo.
Tyrannosaurus rex – Getty Images
Pese a que la evidencia fósil no muestra una inteligencia similar en los dinosaurios, fueron animales tremendamente exitosos desde el punto de vista evolutivo y supieron adaptarse a los cambios registrados en el planeta hasta dominar los ecosistemas terrestres durante cerca de 135 millones de años. Algunas especies fueron especialmente asombrosas, como los saurópodos del Jurásico y el Cretácico. Brusatte explica con todo lujo de detalles algunos de los factores que pueden explicar la eficiencia de cuerpos de hasta 40 metros de longitud y 80 toneladas de peso. El Tyrannosaurus rex no fue el mayor depredador entre los dinosaurios y estaba muy limitado geográficamente, pero sí reunió unas características anatómicas, biológicas y adaptativas sin igual. Se necesitaron millones de años para que dinosaurios del tamaño de perros se transformaran en bestias de 12 metros de largo y siete toneladas de peso. Su cráneo, su forma de destrozar huesos, de cazar y su inteligencia hicieron de él el rey de su ecosistema durante unos dos millones de años.
🦖 ¿Presencia gracias a su ausencia?
Aunque muy diferentes, dinosaurios y humanos tienen en común el hecho de que posean rasgos evolutivos diferentes pero únicos, que los han convertido en dominantes en sus ecosistemas y, en un plano más general, en la Tierra durante su existencia. Como dije, puede que compartamos también un rasgo macabro y poco favorable para los reptiles del Mesozoico: es muy probable que sin su ausencia nuestra presencia no hubiera sido posible. Pero ellos siguen compartiendo nuestro tiempo y espacio: a través de la ciencia, del trabajo de la paleontología, de las aves que llenan de sonidos y vuelos nuestro entorno y de la cultura, ese factor clave que puede hacer que algún día los dinosaurios sean algo más que un recuerdo retratado en fósiles y en capas de sedimentos.
📷 Foto destacada del artículo: Fósil de Archaeopteryx en la roca / Autor: Wlad74 (Getty Images).
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