14 May La gripe A de 2009: así fue la evolución y letalidad de la otra gran pandemia reciente
Era 10 de agosto de 2010. La Organización Mundial de la Salud (OMS) acababa de declarar el fin de la pandemia de la gripe A (N1H1) de 2009, que durante algo más de un año había recorrido todo el planeta, infectando a entre el 11% y el 21% de la población mundial. Tras de sí, más de 18.000 muertes confirmadas, pero cuyas víctimas reales se mueven entre las 150.000 y las 575.000 personas, según diferentes estimaciones.
Expansión global de la pandemia N1H1 2009 / Fuente: OMS
Pese a la gran pérdida de vidas humanas, la mortalidad de la pandemia, en términos relativos, fue baja y también lo fue su índice reproductivo (R0). El índice reproductivo mide el número de personas que pueden ser contagiadas por un enfermo. En el caso del H1N1 de 2009, su R0 se estimó en 1,3 y 1,7, según este estudio publicado en BMC Infectious Diseases, siendo el valor medio de 1,46. En España, según este otro estudio, tenía un índice de reproducción del 1,29. Son, por tanto, niveles inferiores a los de la gripe común (2-3) y también al de la actual Covid-19 (entre 2 y 5).
El R0, un dato a analizar con cautela
El R0 suele ser tomado como referencia por las personas expertas en epidemiología para estimar la rapidez con la que se extenderá el virus, si bien este valor no siempre es fiable para adoptar las medidas de prevención necesarias. Esto se debe a diversos factores, entre ellos, el hecho de que no se conozcan el número real de inmunizados (no susceptibles) o de personas infectadas que, como se ha visto con la Covid-19 y en otras pandemias, son datos que se conocen a posteriori.
Según el estudio El número reproductivo básico (R0):consideraciones para su aplicación en la salud pública, que analizó el R0 de esta pandemia, “casi no hay datos científicos que indiquen que el número reproductivo básico de una zona geográfica sea aplicable a otra y muchos estudios efectuados en una misma región han arrojado una gran variedad de resultados, la cual es mayor entre las estimaciones iniciales”.
Diferencias del R0 por regiones
Por ejemplo, en la pandemia del 2009 por el virus H1N1 el número reproductivo básico en los distintos estados de la India varió entre 1,03 y 1,75. Asimismo, los cálculos en el Perú fluctuaron entre 1,2 y 2,2, según la zona estudiada. La disparidad de las estimaciones del R0 se observaron incluso entre países con vínculos geográficos. Por ejemplo, en China se estimó un R0 medio de 1,68, mientras que en Japón ese mismo valor fue de aproximadamente 2,3. Esto provocó que los cálculos matemáticos a partir del valor de R0 se tomaran con mucha cautela por parte de las autoridades sanitarias a la hora de decidirse por unas medidas concretas. Como se aprecia en los datos por países facilitados por el estudio de BMC Infectious Diseases, hay bastantes diferencias entre los R0, lo cual no facilita la adopción de las mismas precauciones.
Valores R0 de la pandemia N1H1 2009 por paísses / BMC Infectious Diseases
La progresión inicial de la epidemia
Al ser una nueva cepa del virus de la gripe, se consideró que toda la población era susceptible de ser infectada, lo cual, según modelos epidemiológicos como el SIR, ampliaba las posibilidades de contagio y de que se produjeran picos de propagación más pronunciados, sobre todo durante las primeras semanas.
Si vemos la evolución de la epidemia desde la semana del 21 abril de 2009, que fue cuando la OMS comenzó a reportar datos, si bien el primer caso del que se tiene noticia se registró el 28 de marzo, se constata un gran aumento del número de infectados en las primeras semanas, como se espera en una epidemia en la que el 100% de la población es susceptible. En la segunda semana con casos registrados hubo un aumento del 1.368%, si bien en términos absolutos eran todavía pocas personas contagiadas (unas 367).
Evolución de infectados y fallecidos por el N1H1 2009 / Fuente: OMS – Wikipedia
La pandemia va perdiendo impulso
La siguiente semana (8 de mayo) ya se alcanzaron los 2.500 infectados, pero la tasa de incremento bajó hasta el 581% y así fue sucediendo paulatinamente, hasta que la semana en la que se declaró la pandemia, la del 11 de junio de ese mismo año, el aumento semanal fue del 35%. No obstante, debido a la mayor cantidad de infectados, el pico de contagios era más pronunciado, rozando los 30.000 casos. Al final de la pandemia, en agosto de 2010, esa subida apenas era del 0,3%.
Es evidente que, como muestran los datos, la infección fue perdiendo pulso, lo que apuntaría a un menor R0 del virus. Su letalidad, es decir, el número de fallecidos entre el total de infectados registrados, también se redujo del 2,7% inicial hasta el 1,2% de noviembre de 2009 (cuando la OMS deja de dar datos de infectados). Esta evolución muestra que, a pesar de las estimaciones que pueda hacer un modelo matemático a partir de una población estática, el comportamiento real de un virus no sigue un desarrollo exponencial, pues son muy diversos los factores que influyen y los virus suelen acabar mutando y haciéndose más débiles con el paso del tiempo.
Una baja letalidad
La letalidad tiene varias componentes, unas determinada por el propio virus y que pueden cambiar de manera sustancial si el virus muta o se debilita, y otras que dependen de circunstancias externas, y que pueden hacer que la letalidad se dispare, por ejemplo si la atención hospitalaria no es capaz de atender a todos los enfermos realmente graves.
En el caso del N1H1, esto no sucedió así y se comprobó que era un virus con baja letalidad, incluso teniendo en cuenta que en los países en los que más golpeó no hubo un confinamiento como el que ha vivido la humanidad con la Covid-19. Aunque tuvo características distintivas respecto a una gripe estacional, como su mayor incidencia y letalidad en las personas menores de 65 años, que acumularon el 80% de las muertes, cuando habitualmente este porcentaje se suele registrar en las mayores de ese umbral de edad.
Un estudio publicado en 2012 por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), señala que, pese a que las muertes reales fueron de hasta 15 veces las confirmadas por la OMS, la letalidad del virus fue muy baja en comparación con otras pandemias. Así, su letalidad se estimó entre el 0.001–0.011% de la población mundial, frente al 0,03% de la pandemia de 1968 o el 1-3% de la de 1918.
La llegada de la vacuna
Hay que tener en cuenta que al día siguiente de la declaración de pandemia, el 12 de junio, el laboratorio Novartis, con el apoyo económico del gobierno de Estados Unidos, anunció haber producido el primer lote de vacunas contra el virus. Las vacunas constituyen la primera defensa para el control de los virus, dado que prepara al sistema inmunitario con una falsa infección.
Barack Obama recibe la vacuna contra la gripe H1N1 2009 / Foto: White House
Los ensayos clínicos se iniciaron en julio y en agosto comenzaron las pruebas en seres humanos con resultados positivos. La OMS ratificó la seguridad la vacuna, por lo que las autoridades sanitarias contaron desde entonces con una herramienta poderosa para inmunizar a la población y frenar la progresión del virus, como efectivamente sucedió en los siguientes meses hasta lelgar al fin de la pandemia en agosto de 2010.
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