Microbios como baza bélica: así eran las armas biológicas de la URSS
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armas biologicas URSS

Microbios como baza bélica: así era el poderoso programa soviético de armas biológicas

Hace más de 3.000 años, los hititas condujeron carneros infectados con turalemia hasta territorio de sus enemigos, los arawos, con el objetivo de provocar el mayor daño posible. Está considerado como el incidente documentado de guerra biológica más antiguo de la historia.

Por entonces, el uso intencionado de microbios como agentes infecciosos no tenía una base científica. Es decir, el uso de materiales infecciosos es anterior al descubrimiento de los microbios. Esto se basa en que la idea del contagio de algunas enfermedades estaba bien asentada en muchas culturas, a pesar de que no se supiera en qué se basaba este contagio entre personas.

El precedente de Jeffrey Amherst

Sin embargo, hay figuras históricas que parecen adelantarse a su tiempo. Fue el caso del general inglés Jeffrey Amherst que, según debaten los historiadores, pudo impulsar el uso de la guerra biológica para desequilibrar el conflicto entre franceses e indios. La correspondencia que mantuvo con el capitán Simeon Ecuyer y con el coronel Henry Bouquet pone de manifiesto que propuso el uso de la guerra bacteriológica contra los amerindios, al sugerir el reparto de mantas contaminadas con el virus de la viruela a los Delaware que asediaban el fuerte de Fort Pitt (que posteriormente daría nombre a la ciudad de Pittsburgh).

Carta de jeffrey Amherst a Henry Bouquet julio 1763

Extracto de una de las cartas de Jeffrey Amherst / Fuente: Univ. Massachusetts Amherst

Se cifra en 100.000 los amerindios fallecidos por esta táctica, una cantidad terrible, si bien fue menor de lo que se esperaba, dado que los nativos ya tenían cierta inmunidad ante la viruela, que había golpeado previamente, con la llegada de los europeos, entre ellos los españoles.

Siglo XX y accidente de Sverdlovsk

A lo largo de las décadas posteriores se sucederían posibles casos de ataques biológicos hostigados por distintos países o contendientes, aunque los proyectos más ambiciosos no se desarrollarían hasta el siglo XX. En la Primera Guerra Mundial, Alemania sumó al desarrollo sistemático de armas químicas la experimentación con otras biológicas como el carbunco. Sin embargo, y gracias al gran avance de la microbiología, la utilización bélica de los primeros agentes biológicos puros no se exploró de forma decidida hasta la Segunda Guerra Mundial, aunque en esta contienda tampoco entraron en combate.

Su efectividad como agente letal quedó demostrada al producirse una fuga accidental de esporas en una instalación militar en las cercanías de la ciudad soviética de Sverdlovsk (hoy Ekaterimburgo) en 1979. La epidemia, atribuida por las autoridades al consumo de carne contaminada, causó más de 96 víctimas mortales, que hubieran sido más numerosas de haber soplado el viento hacia la ciudad en vez de en la dirección contraria.

Biopreparat

Precisamente en la década de los 70 del siglo XX se creó Biopreparat, la agencia soviética dedicada a investigar y desarrollar las posibilidades de la guerra biológica. Esta entidad de la URSS llegó a contar con unas 50.000 personas trabajando en una enorme red de más de medio centenar de laboratorios opacos, cada uno de ellos centrado en un agente patógeno específico.

La creación de Biopreparat coincidió en el tiempo con la disolución, por parte del Gobierno estadounidense, de su programa de armas de destrucción masiva. Y también con la Convención sobre Armas Biológicas, que en 1972 acordaba poner fin al uso bélico de agentes infecciosos. La decisión soviética de seguir adelante se ha mantenido en secreto desde entonces y la información que se conoce es a través de antiguos trabajadores de Biopreparat que, o bien desertaron a países de Europa occidental o bien contaron sus testimonios tras la caída de la URSS en 1991. Meses después, en 1992, el presidente ruso Boris Yeltsin clausuró este programa, admitiendo su existencia y la verdadera naturaleza del accidente ocurrido en 1979 en Ekaterimburgo.

Una potencia global

¿Pero por qué destacar la importancia del programa soviético y no el de otros países? Precisamente por ser una verdadera potencia en este ámbito y por su capacidad destructiva. Sin embargo, la investigación de la URSS en este tipo de armamento se remonta a bastante antes de los 70. Su programa abarcó algo así como “dos generaciones”, en las que se desarrollaron distintos tipos de armas.

En la primera de ellas, que comenzó en 1928, se basó en patógenos naturales que habían causado epidemias devastadoras durante la Primera Guerra Mundial y la posterior Guerra Civil rusa. La segunda generación se inició aproximadamente en 1972, cuando se tomó la decisión al más alto nivel político de instituir un sistema de investigación y desarrollo (I+D) que utilizara las técnicas de ingeniería genética recién descubiertas para crear cepas bacterianas y virales nuevas o mejoradas, que se adaptaran mejor a los fines del programa bacteriológico que las cepas encontradas en la naturaleza.

Patógenos de la primera generación

Según la investigación de Raymond A. Zilinskas titulada El Programa de Armas Biológicas Soviéticas y su legado en la Rusia actual, publicada por el Centro para el Estudio de las Armas de Destrucción Masiva de EE. UU., hay declaraciones y documentos que muestran la trayectoria del programa de la URSS, que ganó en impulso tras la Segunda Guerra Mundial, aunque tuvo que ceder terreno a las armas nucleares, para después ganar de nuevo relevancia en plena Guerra Fría. Y es que los soviéticos sabían que los microorganismos podrían ser sus aliados para un mejor equilibrio de fuerzas con Estados Unidos.

En el texto se analizan, por ejemplo, los patógenos utilizados para el programa de primer generación, entre los que se encontraban la viruela, el carbunco y el tifus exantemático, el mismo que doblegó a la Grande Armée de Napoléon 1812 en su invasión de Rusia.

Agentes patogenos del programa armas biologicas URSS de primer generacionpng

Patógenos del programa de armas biológicas de la URSS de 1ª generación / Fuente: Raymond A. Zilinskas

Patógenos de la segunda generación

Para la segunda generación, los científicos soviéticos retomaron algunos de estos agentes infecciosos, sobre todo los que tenían una elevada mortalidad, como la viruela (30%) o la Yersina pestis, un bacilo gramnegativo que produce en el ser humano la peste pulmonar, la peste bubónica y también la peste septicémica y que alcanza tasas de mortalidad del 80%. Pero no servían los que se encontraban libremente en la naturaleza pues, o ya existía una vacuna efectiva (como en la viruela) o eran susceptibles de ser tratados con antibióticos (Yersina). Eso provocó que se recurriera a la ingeniería genética.

Los agentes patógenos militarizados por Biopreparat en este nuevo periodo incluyeron, por ejemplo, versiones más letales de algunos de los patógenos mencionados anteriormente, así como el virus de Marburgo (con una letalidad del 50%) o las bacterias que causan enfermedades que van desde la brucelosis a la enfermedad del legionario.

Agentes patogenos del programa armas biologicas URSS segunda generacion

Patógenos del programa de armas biológicas de la URSS de 2ª generación / Fuente: Raymond A. Zilinskas

La producción anual de algunos de estos patógenos para usos militares era realmente considerable, como en el caso de la viruela, de la que llegaron a despacharse entre 90 y 100 toneladas anuales.

El carbunco, uno de los más eficaces y probables

Entre los agentes infecciosos de segunda generación de la URSS, también se encontraba la lesión cutánea del carbunco o «ántrax maligno», causado por la bacteria Bacillus anthracis. La Unión Soviética era consciente de su eficacia, no solo tras el accidente e 1979, sino también por las propias características de este patógeno.

Como señala el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades, el carbunco es una de las armas biológicas más sofisticadas y eficaces. Y la que se utilizaría con mayor probabilidad en un ataque debido, sobre todo, a los tres motivos que expone en este artículo, entre los que destaca el hecho de que puede liberarse silenciosamente y sin que nadie la note. Pero también porque vimos que ya tiene una cierta trayectoria intimidatoria.

Tras el cierre del programa de armas biológicas de la URSS en 1992, la nueva Federación de Rusia ha negado que mantenga un stock de este tipo de armamento, a pesar de las dudas de otras naciones, entre ellas EE. UU., que también recibe acusaciones de tener instalaciones fuera de su país.

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