15 May Así es la factura de la luz: cómo interpretarla y reducirla
He decidido practicar un deporte de riesgo: analizar mi factura de la luz, ese sobre que llega cada dos meses al buzón y del que solo miro el importe: si es bajo, me alegro. Si es alto (o la cifra que no esperaba), me enfado. Pero ahí se queda la cosa. Nunca llego a pararme a ver cómo podría optimizar el recibo. Y no es precisamente porque me sobre el dinero, sino porque es una más de esas tareas de las que me ocuparé “cuando tenga tiempo”.
Pues bien, ese “cuando tenga tiempo” ya ha llegado. Y en este artículo está el resultado. Para los que lo estáis leyendo y os gustaría arriesgaros con este deporte, os pido que cojáis vuestra última factura de la luz y, antes de nada, veáis este vídeo, para así entender todos los datos que hay en ella:
¿Cuál es mi potencia contratada?
Ahora que ya tenéis las nociones básicas, entro de lleno en el detalle de mi factura. Primero, compruebo cuál es el estado de situación. Mi potencia contratada con la compañía Endesa son 3,45 Kw. ¿Es mucho o poco? Según el comparador eléctrico Selectra, la tarifa media contratada más popular en España se sitúa entre los 3,45 y los 4,6 kw. Datos que corrobora la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que indica que el 70,5% de los españoles tiene una potencia contratada de hasta 6 kw, aunque el 40,6% se mueve entre los 4 y los 6 kw.
Potencia eléctrica contratada por los españoles / Fuente: CNMC
Por tanto, la potencia contratada de mi piso se sitúa en la media española. Pero tengo otra duda: ¿se ajusta esta potencia al tamaño de mi casa y a las necesidades de una persona? Según Selectra, sí, pues para una vivienda de entre 50 y 80 m², en la que residen una o dos personas, la potencia contratada aproximada es de entre 3,45 y 4,6 kw. Como mi piso no llega ni a 50 m², entiendo que esa potencia es más que suficiente.
Fuente: Selectra
¿Compensa aumentar la potencia?
Ahora bien, ¿y si en mi hogar tengo muchos electrodomésticos y no son suficientes esos 3,45 kw? Es verdad que, en ocasiones, ha saltado el contador porque tenía demasiados electrodomésticos o dispositivos funcionando a la vez, por lo que hay picos de consumo en los que mi potencia no es suficiente, pero solo sucede en contadas ocasiones. ¿Compensa aumentar esa potencia?
Según el comparador Selectra, estas son las potencias que necesitan los electrodomésticos para funcionar.
Fuente: Selectra
En mi casa tengo todos menos la tostadora y el lavavajillas, pero tengo que sumar el termo eléctrico para calentar el agua. Como indica el comparador, para calcular la potencia eléctrica que necesita mi vivienda es importante tener en cuenta el factor de simultaneidad, que indica el número de veces que los electrodomésticos pueden coincidir conectados a la vez. El valor máximo de este índice es 1, supondría que todos los aparatos están funcionando a la vez todo el día. Normalmente, se utiliza un valor de 0,5 para un uso intensivo de los electrodomésticos y un valor de 0,25 si se usan de forma más esporádica, que es con el que me quedo.
¿Es suficiente la potencia para mis electrodomésticos?
La potencia eléctrica recomendada se puede calcular sumando los kilovatios (kW) de potencia que tiene cada electrodoméstico: microondas (1 kw), televisión (0,5 kw), frigorífico (0,02 kw), lavadora (1,5 kw), horno (2 kw), vitrocerámica (1,5 kw), termo eléctrico (1,6 kw) y calefacción eléctrica (2 kw). La mayor parte el año no uso la calefacción y, de hecho, en invierno, unos pocos días, aunque este año bastante más de lo habitual. Por tanto, hago el cálculo de potencia mínima necesaria para un escenario con y sin calefacción.
Para realizar el cálculo, al total de kW le aplico el factor de simultaneidad de 0,25 y al resultado final le sumo 1 kW para calcular la potencia mínima contratada. En el caso de potencia sin calefacción, el resultado es 3,03 kw. Y, con calefacción, 3,53 kw.
Dado que la calefacción será necesario utilizarla en algún momento del invierno, me quedo con la segunda potencia, que se acerca más a la que realmente tengo contratada (3,45 kw). Y decido no subir de potencia para controlar mi consumo porque, ya se sabe que esto es como el efecto psicológico del carro en el supermercado: solemos tender a llenarlo aunque no haya necesidad. Y porque, además, hay que tener en cuenta que hay que pagar por la potencia contratada, así que una mayor potencia supondrá un coste adicional. De hecho, el 11,5% de la población española tiene una potencia contratada superior a la necesaria.
Así se desglosa el coste de la factura
Vale, ahora vamos a seguir analizando detalles de mi factura. La compañía me cobra el Kwh a unos 0,148 euros que, multiplicados por los 294 kWh del último bimestre, arrojan un importe de energía consumido de 43,56 euros. ¡Ojo! Este no es el recibo total de la factura. Como habéis visto en el vídeo anterior, a esta cantidad hay que sumarle el importe por la potencia contratada, que en mi caso son 27,15 euros por los últimos dos meses, más impuestos (18,59 €), más otros conceptos (1,57 €), menos descuentos (-3,54 €). Por tanto, unos 87,33 euros en total.
Y podría preguntarme: ¿pago mucho o poco por la energía consumida? Ello depende de si estás en el mercado libre o regulado. ¿Que no lo sabes? No te preocupes, le pasa al 64% de los españoles, según datos de la CNMC. En mi caso, pertenezco al libre, que lo sé por las indicaciones que hace Endesa en mi factura de la luz, pues quien me cobra es Endesa Energía, S.A. Unipersonal.
Es cierto que en la última factura se contabiliza un mes (el último) que coincide con una mayor presencia en mi casa debido al confinamiento por el estado de alarma provocado por el coronavirus Covid-19. Y, por tanto, un mayor gasto energético en el hogar. Seguramente esto ha hecho que repuntara más de lo normal el cómputo de mi consumo anual que, según indica mi última factura, es de 1.885 kWh. Pero obviaré este pequeño desajuste para no eternizar los cálculos y tomaré que este es mi consumo anual medio. Multiplicándolo por el coste de la energía en el último bimestre, mi factural anual es de 560 euros.
¿Cuánto pago respecto a la media del mercado libre?
Quiero ahora comparar con el resto de compañías que operan en el mercado libre de electricidad en España para saber si esta cantidad es elevada o no. Para ello, accedo al comparador de la CNMC y indico mis datos de potencia contratada, consumo anual en kWh, código postal y si tengo tarifa de discriminación horaria y cuántos tramos.
En mi caso, son dos tramos: en invierno de 22 h a 12 h (consumo valle) y de 12 a 22 h (consumo punta). Y la CNMC despliega un listado con todas las compañías, con precios anuales que van desde el más barato (386 € de la empresa Atulado) al más caro (los 540 € de Eneluz). ¿En qué parte de la tabla queda Endesa? Pues en la parte baja, ya que es la cuarta más cara, con 507 euros, no muy lejos de mi estimación.
Comparación de precios en el mercado libre / Fuente: CNMC
Una decisión que me puedo plantear para reducir mi coste energético, viendo estos resultados, es cambiar de compañía. ¿El problema? No lo permite mi contrato de alquiler, así que tengo que seguir atado a Endesa y buscar otras alternativas de reducción.
Consumos valle y punta
Sigo fijándome en los datos de mi factura para ver dónde “rascar”. Del consumo total del último bimestre (294 kWh), la factura me indica que 149 (el 51%) se corresponden a mi consumo punta y 145 (49%) al consumo valle. Como ya indiqué antes, estos dos tipos de consumos hacen referencia a los dos tramos de mi tarifa de discriminación horaria (denominada por la compañía Tempo Siempre Ganas). En invierno, el consumo valle (de 22 h a 12 h) se corresponde con un precio más bajo, que compensa el más costoso del consumo punta (de 12 h a 22 h).
En mi caso, hay un mayor consumo energético en las horas punta, lo cual ya me indica que seguramente tengo una factura más elevada debido a que no aprovecho todo el potencial de las horas valle. Mi pregunta es: ¿puedo hacer algo para optimizarlo?
Mis horas de cocina, incompatibles con el consumo valle
El horario de mi trabajo es de 9 a 17:30 h durante todo el año, salvo en los meses de junio y agosto, cuando es intensivo (de 8 a 15 h). Es decir, la mayor parte del año no puedo utilizar electrodomésticos como la lavadora por las mañanas antes de las 12 h y tampoco lo hago más allá de las 22 h por respeto a los vecinos.
La lavadora es uno de los electrodomésticos de mayor potencia (1,5 kw) en mi vivienda, pero no lo utilizo con una frecuencia diaria, sino unas dos veces por semana. La mayoría de las veces las lavadoras las pongo sobre las 20 h, salvo los fines de semana, que sí la echo antes de las 12 h, por lo que al menos la mitad de las lavadoras suelen ir en hora valle. Por tanto, podría reducir mi consumo poniéndolas entre semana a partir de las 22 h, molestando un poco a mis vecinos (mi lavadora hace mucho cuando centrifuga, parece que se viene el mundo abajo).
Lo que sí no puedo pasar a las horas valle es el uso de la vitrocerámica, microondas o el horno, pues necesito hacer la cena y la comida del día siguiente a una hora prudente (antes de las 22 h), para luego tener tiempo para descansar (y hacer la digestión) antes de dormir. Dado que hago deporte, el descanso lo valoro mucho y también el acostarme a una hora no más allá de las 23.30 o 00 h. Y la televisión sí suelo encenderla a eso de las 22 h, aunque a veces una hora antes, para ver los informativos. Por tanto, en los electrodomésticos de cocina no veo optimización posible. Tampoco los fines de semana, aunque en ellos suelo estar más tiempo en la calle y comer fuera, dado que no hago demasiado uso de los electrodomésticos.
Optimización en termo eléctrico y calefacción
Un electrodoméstico con el que aprovecho bien las horas valle es el termo eléctrico. Lo suelo encender después de cenar, a partir de las 22 h y hasta que me acuesto, cuando lo apago, para que caliente el agua que usaré a la mañana siguiente, al levantarme.
Tengo un termo de 100 litros de capacidad (suficiente para tres o cuatro personas), que necesita entre una y tres horas para calentarse. En general, con dos horas el agua ya está muy caliente y aguanta bastantes horas más. Por la mañana, mientras desayuno enciendo de nuevo el calentador para que el agua recupere la calor que perdió de noche, durante una media hora. Por tanto, su consumo se concentra en las horas valle.
En el caso de la calefacción eléctrica, que es el electrodoméstico que más consume, junto con el horno, suele encenderla también de noche y hasta el momento de acostarme. Y, en ocasiones, sobre todo los fines de semana de invierno, las primeras horas de la mañana, antes de la hora punta. Además, mi piso, al ser pequeño, enseguida se calienta y no es necesario tener la calefacción mucho tiempo encendida.
El frigorífico, el eterno enchufado
De todos los electrodomésticos que tengo en casa, el frigorífico es el que permanece más tiempo funcionando, las 24 horas del día. Es verdad que la potencia que requiere es la cuarta parte de la del horno o la calefacción o la mitad del microondas, pero, al final, el consumo total es superior. Dado que tengo la tarifa de discriminación horaria, mi consumo de frigorífico ya se ve optimizado. Como dice el experto en energía Jorge Morales, ya solo por tener esta tarifa, mi factura de la luz se optimiza en un 18%. Por tanto, ya tengo ahí un ahorro ganado.
Sin embargo, un frigorífico viejo puede llegar a consumir hasta el doble que uno nuevo. El mío tiene diez años, que ya es el umbral a partir del cual recomiendan renovarlo, aunque en el caso de mi marca, Indesit, según los datos facilitados por la OCU, se encuentra en una posición intermedia en cuanto a los más duraderos, con una media de 11 años y dos meses. En base a estos datos puedo deducir que aún puedo estirar un año la vida útil de mi actual frigorífico y, pasado ese tiempo, cambiarlo.
En el caso de que decidiera comprar uno nuevo, tendría que ver si me compensa. Si mi nevera consume unos 182,5 kWh al año, esto se traduce en un importe por energía consumida de 27 euros anuales que, sumados los otros conceptos, dejan la factura total en 54 euros. Suponiendo que comprara un frigorífico Indesit, de los más económicos, necesitaría hacer un desembolso de 220 euros que, divididos entre diez años, son 22 euros anuales, menos de la mitad de esa factura.
Si ahora consideramos que un frigorífico nuevo puede reducir el consumo hasta la mitad, su compra supondría un ahorro en diez años de 270 euros sobre la factura. Dado que en algún momento próximo tendré que cambiar este electrodoméstico, parece razonable realizar la inversión, pues la suma de la compra del frigorífico y la factura rebajada hacen un total de 490 euros en diez años, frente a los 540 de coste del viejo electrodoméstico.
Sin embargo, en estos momentos no puedo acometer esa renovación por factores externos, como el hecho de que vivo de alquiler y puede no darse la renovación del contrato o que me tenga que mudar. De todas formas, seguramente la inmobiliaria correría con los gastos del electrodoméstico (porque se quedará en el piso tras mi marcha) y el posible ahorro con un frigorífico nuevo será un alivio más para mi factura.
Control del consumo standby
En el caso de otros dispositivos que puedan estar conectados en mi domicilio, no veo ahorro posible, dado que no tengo nada enchufado que no esté usando, a excepción de cuando cargo la batería del móvil, de mi cepillo eléctrico, maquinilla de recortar la barba o el cargador del portátil. El resto, hasta las lámparas, está desenchufado si no lo uso. Incluso el microondas lo enchufaba solo cuando lo usaba, pero acabé desechando la idea porque se llegó a desprender la toma de corriente. Respecto a limitar el consumo energético en standby estoy concienciado desde hace tiempo.
Otoño, mayor optimización de horas valle
Ahora, vistas las posibles optimizaciones en mi consumo de electrodomésticos, comparo facturas anteriores para comprobar si aprovechaba mejor las horas valle y compruebo que curiosamente en otoño es cuando más consumo valle realizo (53%), mientras que en los meses más duros del invierno (de diciembre a febrero), que es cuando hay más gasto, menos lo optimizo (45% de consumo valle). Esto también se debe a que paso más tiempo en casa debido al clima y a que uso más la calefacción, incluso puede que antes de las 22 h en diversos días. Algo que tendré que vigilar.
Ni el que más ni el que menos consume
Por último, he querido comparar mi consumo medio en el último año con el más bajo y el más alto en mi provincia, según los datos que me facilita mi compañía comercializadora, Endesa. Como se ve en la gráfica, me encuentro en una situación intermedia, aunque más cerca del que más consume (un 17,4% por debajo), que del que menos (un 32,7% por encima). Si bien estos datos absolutos no se deben comparar sin más, pues hay que tener en cuenta las circunstancias personales y de cada vivienda. También soy consciente de que este dato difiere del aportado antes (1.885 kWh) y lo estoy consultando con la compañía, pero seguramente se deba al hecho de que el previo es hasta mediados de abril y en el que aparece en el gráfico inferior hace la comparación de los últimos doces meses, contando desde mayo hacia atrás.
Fuente: Endesa
Si comparo mi consumo anual con el dato de la media española que facilita Red Eléctrica Española (REE), estoy bastante en la media. El hogar medio español, que tiene dos residentes y una media de 83 m², consume unos 3.272 kWh, unos 9 kWh/día, justo el doble que mi gasto. Por tanto, me sitúo en la media.
Lo que sí evidencia mi consumo del último bimestre es un importante incremento en la energía consumida, de un 68% superior, al pasar de 175 a 294 kWh que, en gran medida, se debe al confinamiento y al teletrabajo, que obliga a tener muchas más horas conectados mis dispositivos, entre ellos el ordenador. Y al hecho de cocinar más. Compararé estos datos cuando ya no haya este nivel de confinamiento, para ver si se reducen y así sacar conclusiones. ¡Pero esto será en otro artículo!
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