31 Mar El lenguaje, la clave de una inteligencia colectiva
¿Alguna vez te has parado a reflexionar qué cosas puedes pensar sin necesidad de recurrir al lenguaje, es decir, sin que aparezcan palabras en tu mente? Esta es la primera vez que lo hago de manera consciente.
Desde la cocina llega un agradable olor a café recién hecho, que provoca en mí pensamientos que no son necesarios articular con palabras. Muchas personas asocian el olor del café con el hogar. A otras el aroma de un perfume les produce sensaciones muy concretas. A mí, por ejemplo, el olor a aire cálido me evoca paisajes estivales, es decir, genera en mi mente un pensamiento sobre una estación concreta del año.
Lo mismo pasa con el sonido de la lluvia o el rugir el viento contra la ventana o el llanto de un niño en el piso de arriba en mitad de la noche. Todos estos estímulos generan en nosotros actividad mental que no está estrictamente vinculada al lenguaje.
Distinguir entre pensamiento simbólico y lenguaje
Esto implica, por tanto, distinguir entre pensamiento simbólico y lenguaje, porque no son exactamente lo mismo. Los científicos continúan investigando cuál de los dos fue primero. Para apoyar mi perspectiva prefiero echar la vista atrás y ver cuáles son los vestigios de ambos sistemas a lo largo del tiempo.
Los científicos que estudian este campo parecen decantarse por una evolución progresiva desde la creación de determinados símbolos que fueron derivando en un código más complejo, que es el lenguaje, aunque no se descarta el camino inverso. El origen del lenguaje no ha dejado fósiles, pero la evolución cultural del ser humano a lo largo de sus diferentes especies (desde la creación de las primeras herramientas hasta las primeras pinturas rupestres de las que se tienen constancia) muestra una tendencia desde la creación de símbolos al lenguaje. Las representaciones pictóricas y los adornos simbólicos del Paleolítico Superior datan de una época anterior a la escritura cuneiforme de la Edad de Bronce y esta es previo a los primeros sistemas fonológicos y alfabéticos, surgidos apenas hace unos 3.700 años.
Los seres humanos con capacidad simbólica pero sin lenguaje fueron capaces de crear sistemas de intercambio asignando un valor (simbólico) a otros objetos, lo que ahora vendría a ser nuestro dinero. También crearon la mitología y los ritos funerarios, así como la creencia en la vida después de la muerte que, por ahora, la ciencia no ha podido falsar.
El lenguaje, el siguiente nivel
Por tanto, considero que el pensamiento simbólico sí permite inventar mundos paralelos e incluso trascender el presente (el aire cálido que me transporta a mi lugar de vacaciones o la lluvia que produce cierta nostalgia).
Sin embargo, aunque pensamiento simbólico y lenguaje están íntimamente relacionados y en ocasiones, es difícil separar hasta dónde llega uno y otro, creo que el lenguaje es necesario para articular planes de acción, pues, como señala Xurxo Mariño en El misterio de la mente simbólica, es un sistema único y de una “eficacia extraordinaria”. ¿Cómo transmites tu pensamiento a otra persona, para que lo reproduzca en su mente con la fidelidad que deseas si no es a través del lenguaje? No creo que un pensamiento simbólico sin lenguaje sea tan preciso y eficaz como para lograrlo. Permite un nivel superior de abstracción, además de superar el espacio y el tiempo y, de hecho, su creación supuso un avance mucho más rápido y exponencial para nuestra especie. No hay más que ver la sucesión de logros humanos desde la aparición del lenguaje y, más concretamente, desde la escritura, para comprender su enorme influencia sobre nuestra evolución cultural y biológica.
Hacia una inteligencia colectiva
Como señala José Cascajosa Arroyo en De los quarks a la próxima extinción, el lenguaje “dio a las comunidades humanas la capacidad potentísima de reconstruir y analizar las acciones pasadas, así como la de proyectar y sopesar las futuras según un plan consciente”. Es una forma intencionada (lo que nos diferencia de otros mamíferos) de transmitir conocimiento y que, además, tiene la capacidad de modificar la mente de las personas receptoras de ese mensaje, porque ellas también reconocen inteligencia y consciencia en el emisor.
Como dice David Christian en esta espectacular presentación en Ted Talks, el lenguaje nos ha permitido consolidar ese aprendizaje colectivo que nos hace funcionar como un gran cerebro global y que tanto progreso y avances ha generado y ha transmitido de generación en generación en los últimos siglos. El lenguaje no solo nos permite elaborar un plan de acción, sino también construir cultura y cambiar nuestra biología a través de la cultura. Es como si fuera la clave de una inteligencia colectiva, la que todos creamos juntos.
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