19 Jul A pesar de ser dramático, 2020 también ofrece oportunidades: estas son 4 que no deberíamos olvidar
El otro día participé en un reto en Twitter que consistía en titular con solo cinco palabras lo que 2020 está suponiendo para cada uno de nosotros. El ingenio, el humor y la ironía hicieron aparición una vez más, desde el “Y ya no puedo más” de Camilo Sesto hasta el “Cierra la puerta al salir” de Pablo Iglesias. El caso es que también podríamos calificar 2020 como la “nueva normalidad” que se está transformando, a marchas forzadas, en un “nuevo orden mundial”.
No sé si Bill Gates o George Soros están detrás de una conspiración secreta global para satisfacer las ideas paranoicas de los terraplanistas. Tampoco sé si las fatalidades son más coincidentes este año que en otros anteriores. A veces el rumor mediático distorsiona nuestra percepción hasta hacernos creer que Satán nos tiene a todos controlados a través de un chip.
Aprender de la historia
Sin embargo, poniéndonos algo más serios, creo que 2020 no es muy diferente de lo que ha pasado previamente. Para eso conviene siempre tener presente la historia, aunque parezca una contradicción. La historia, como dije en otras ocasiones, es una gran aliada de la ciencia y sirve para ser rápidos y eficaces antes pandemias como la covid-19.
La humanidad tuvo que enfrentar previamente numerosas epidemias, algunas tan terribles como la pandemia de gripe de 1918, que en solo un año acabó con la vida de entre 20 y 40 millones de personas, entre ellas, muchos niños y jóvenes, al contrario que el coronavirus covid-19. Entonces la información no fluía como ahora, no había llegado la globalización ni sus efectos fluían a través de Internet.
El choque del confinamiento
En un mundo que se mueve tan rápido, someterse a un confinamiento tan estricto como el que vivimos ha sido un choque a nuestro estilo de vida. Y ese parece haber sido uno de los mayores efectos del virus y no tanto las pérdidas humanas que, pese a ser muchas, no se pueden equiparar a las de pandemias previas, cuando la población global era mucho menor.
Cuatro oportunidades de esta pandemia
Hay muchas lecciones que podemos extraer de esta terrible pandemia. Y, por eso, me atreví a titular 2020 como “un drama que ofrece oportunidades”. A alguien le puede parecer escandaloso hablar de oportunidades tras una crisis semejante. Pero todas las crisis albergan una esperanza. Eso también lo demuestra la historia. Nosotros, las personas, no estaríamos aquí sin ellas. Ni la vida en la Tierra.
¿Pero qué oportunidades pueden ser esas? Sin ánimo de ser exhaustivo en este artículo, pues es fruto de una reflexión tuitera, hay varias opciones que se abren ante nosotros y que ya están operando a la velocidad de la luz. Aunque no sean todas las deseables.
✅ Adiós a nuestro antropocentrismo
Una de ellas es que ahora somos más conscientes de que nuestro antropocentrismo tiene una contestación. No somos infalibles. Quizá esto ya lo habíamos intuido, pero no lo asumíamos como algo probable. Un microorganismo que apenas se puede considerar un ser vivo nos ha puesto patas arriba y ha obligado a echar el freno de mano a una humanidad que le ha cogido el gusto a la velocidad. Ya lo decía Stephen Jay Gould: “bajo cualquier criterio posible, razonable u honesto, las bacterias son, y han sido siempre, la forma de vida dominante sobre la Tierra”. Y los virus también nos hacen plantearnos nuestra supremacía.
✅ Nuestro don para alterar ecosistemas
El caso es que parecemos dominar, una vez más, la situación. Pero la ecología nos muestra que formamos parte de una serie de relaciones con otros seres vivos que estamos alterando sin ser conscientes de sus consecuencias. Una de ellas es importar virus que permanecen silentes o resguardados en sus entornos de origen y que encuentran en los seres humanos una oportunidad fantástica para reproducirse y propagarse, dada nuestra abundancia (más de 7.000 millones de individuos) y presencia por todos los continentes. Nuestra capacidad para intoxicar ecosistemas y que esto se vuelva en nuestra contra es otro de los aprendizajes que no deberíamos olvidar. Pero que, seguramente, obviaremos más pronto que tarde.
✅ El papel clave de la ciencia
La ciencia ha sido una de las protagonistas durante la pandemia. Y eso es bueno, aunque también habría sido positivo que su presencia y autoridad hubieran predominado más antes, evitando de esa forma gran parte de los daños. La pregunta ahora es: ¿lo será después? La búsqueda de una vacuna se ha convertido en un sprint que acelera en apenas unos meses investigaciones que suelen llevar años. Pero el papel de la ciencia no debe ser solo paliativo, sino también predictivo. Y disponemos de tecnología para conseguirlo.
✅ Mayor visibilidad de tecnologías emergentes
De hecho, en esta crisis se ha evidenciado el potencial de tecnologías de la industria 4.0, como la inteligencia artificial o el big data. Han permitido controlar y prevenir brotes y rastrear los contagios. Hay cuestiones éticas que resolver, de eso no hay duda, pero son inherentes a cualquier avance científico o tecnológico. En bastantes casos, algunas decisiones empresariales encaminadas a la transformación digital se han implantado en dos meses cuando antes tardaban dos años en madurar.
La protección llegará con más (con)ciencia
Decía Fernando Simón, epidemiólogo y director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias español, que el uso de mascarilla provocaba una sensación de falsa protección. Es cierto que luego reconoció que su uso era más que aconsejable, pero no había suficientes para toda población y no se podía recomendar o exigir su uso. También es verdad que, pese a ser necesarias, siguen siendo una herramienta que no garantiza una eficacia absoluta, algo que comprobamos ahora que no hay confinamiento. La verdadera protección llegará con más ciencia, con mayor conciencia social sobre lo que es una epidemia y reconocer que todas nuestras acciones tienen consecuencias. La vacuna llegará, estoy seguro, y dejaremos de lado las mascarillas, pero vendrán otras pandemias y puede que sean más duras que esta.
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