Mi pila de consumo energético: ¿qué cuesta más, conducir o alimentarme?
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pila consumo energetico - Sergio Barbeira

Mi pila de consumo energético: ¿qué tiene un mayor coste, viajar en coche o alimentarme?

Nuestra actividad diaria exige un consumo de energía cuyo detalle desconocemos. Lo más seguro es que revises la factura de la luz o el gas, aunque en la mayoría de los casos revisarás la cuantía económica y, las menos de las veces, el consumo preciso medido en unidades de energía.

Pero nuestro consumo energético va más allá del recibo de la luz o el gas y el libro Energía sostenible: sin malos humos, escrito por varios autores y publicado por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), muestra unos interesantes cálculos para saberlo. En el actual artículo calcularé mi pilar de consumo energético en base a los parámetros de medida que ofrecen los expertos en este libro y lo compararé con la media de consumo del resto de españoles y así sacar conclusiones. Antes de nada, quiero matizar que esta pila de consumo está calculada en base a mi rutina previa a la situación de confinamiento provocada por la pandemia del coronavirus Covid-19, ya que la que vivimos actualmente no suele ser la habitual.

energia sostenible sin malos humanos upna

Mi consumo en coche, un 60% menor

Y, para comenzar, analizaré un consumo que es bastante frecuente para muchas personas: el coche. En mi caso, lo utilizo para ir de lunes a viernes al trabajo, cuando suelo recorrer entre 15 y 25 kilómetros al día pero, para redondear establezco unos 15 kms diarios, incluyendo los fines de semana. Y le sumo otros 1.300 kms correspondientes a viajes más largos de trabajo y ocio, incluidos los de escapadas de fin de semana. En total, una media de 18,5 kms diarios.

Ahora bien, para saber cuál es el consumo energético real de mi desplazamiento en coche, necesito algunos datos más. El consumo de combustible de mi Opel Corsa del año 2002 es de 5,2 litros a los 100 kms, lo que arroja una distancia por unidad de combustible de 19,2 kms por litro. Y el poder calorífico superior, que hace referencia a la energía química real liberada cuando se quema el combustible, de un vehículo diésel como el mío es de 10,7 kWh, según las estimaciones del Laboratorio Nacional de Oak Ridge de EE.UU. Por tanto, ya tenemos todos los datos necesarios para hacer cálculos.

calculo consumo energetico coche - Sergio Barbeira

Tabla del libro «Energía sostenible: sin malos humos»

Si dividimos la distancia recorrida por día entre la distancia por unidad de combustible y lo multiplicamos por el poder calorífico, obtengo un consumo energético de 10,3 kWh/día del uso de mi coche. Este consumo es inferior a los 16 kWh/día del consumo medio por cada español calculado por los autores de Energía sostenible: sin malos humos. En concreto, casi un 60% menos.

El avión: menos viajes, mayor coste

Pero sigo estimando mi consumo en transporte. El avión no lo utilizo tanto como el coche, ni de lejos. Pero su coste energético es considerable, incluso a pesar de que la frecuencia de viajes sea ridícula en comparación con el vehículo. Tomando como referencia el año 2019, por medir un ejercicio completo, realicé tres viajes en avión, dos a de Santiago de Compostela a Madrid (974 kms ida y vuelta cada uno) y uno a de Santiago a Barcelona (1.768 kms ida y vuelta).

En libro que utilizo como referencia hace una estimación de consumo para vuelos intercontinentales, dividiendo la capacidad del avión en litros de combustible para la ida y la vuelta entre el número de pasajeros y multiplicando el resultado por el poder calorífico superior de un avión, que son unos 10,4 kWh.

Si aplico este cálculo para un vuelo nacional con un Boeing 737-800 de la compañía Ryanair – que es el modelo de aeronave en el que viajé en los tres vuelos-, obtengo un consumo energético de 2.990 kWh por pasajero para cada viaje, lo que dividido entre los 365 días del año supone unos 8,2 kWh/día por cada vuelo, es decir, unos 24,6 kWh/día para los tres viajes que realicé. Este consumo tiene en cuenta una ocupación media del 96% (que es la que reportó la compañía en su balance de 2019), es decir, unos 181 pasajeros de una capacidad máxima de 189. Y con una capacidad de combustible por aeronave de 20.020 litros.

Aeropuerto Madrid - Sergio Barbeira

Aeropuerto de Adolfo Suárez – Madrid Barajas / Foto: Juan Jiménez

Sin embargo, en este cálculo hecho en falta un pequeño detalle. La distancia recorrida de Santiago a Madrid no es la misma que hasta Barcelona, sino que es casi la mitad, por lo que el consumo tampoco será el mismo. ¿Cómo puedo entonces realizar un cálculo más aproximado? ¿Hay alguna forma?

En el mismo libro, se aporta una fórmula para el cálculo de vuelos más cortos, como los nacionales o los europeos, utilizando la ratio de consumo energético expresados en kWh por cada 100 pasajeros y km. En este sentido, Ryanair se atribuye ser la aerolínea “más verde” de todas, con un consumo de 37 kWh por 100 pasajeros y km. Utilizando este parámetro podemos hacer el cálculo por kilómetros.

En el caso del viaje Santiago-Madrid serían dos vuelos a una ocupación del 96% y unos 974 cada uno ida y vuelta, lo que supone 1.304 kWh ambos que, sumados a los 1.184 kWh del vuelo a Bacelona, supone un consumo energético de 6,8 kWh al día por mi transporte en avión en 2019.

Este último dato muestra una importante diferencia con el calculado anteriormente (unas cuatro veces menos) pero, dado que considero que es máas preciso hacer la estimación por kilómetros, elijo esta segunda opción. Aún siendo menos que la primera, es más del triple que el consumo medio español (2 kWh/día) y bastante más en términos relativos si lo comparamos con los 10,3 kWh/día de consumo del coche que, al fin y al cabo, lo uso todos los días y el avión solo en tres ocasiones en un año.

Un modesto consumo eléctrico en el hogar

Me introduzco ahora en la calidez del hogar y del trabajo para descubrir más datos de mi pila de consumo energético. Vivo en Santiago de Compostela, capital de Galicia, que se sitúa en una zona de clima templado, donde no hace ni excesivo calor en verano ni excesivo frío en invierno, por lo que no utilizo aire acondicionado y la calefacción la uso exclusivamente en los meses más duros del invierno, pero no todos los días, sino de forma bastante puntual.

Dado que en el piso en el que vivo todo es eléctrico, incluida la auga caliente sanitaria (ACS), todo mi consumo energético global viene indicado en la factura que la compañía eléctrica me envía al buzón. En un periodo de un año (de octubre de 2018 a octubre de 2019, no coincidente con la situación de confinamiento) mi consumo ha sido de 1.308 kWh, que arrojan un consumo de 3,6 kWh/día. Aún teniendo este dato, voy a intentar desglosar el consumo.

Como soy más de duchas y como básicamente no tengo bañera, pues mi consumo de agua caliente lo dejo en 1,4 kWh/día, coincidiendo con los cálculos del libro. La calefacción del hogar me es más difícil de calcular y, dado el consumo que indica mi compañía eléctrica y que además consumo muy poca calefacción, incluso en invierno, mi gasto no se acerca para nada al de la media española, al menos en el hogar. Pero seguramente lo supere por el consumo que me “toca” per cápita en mi lugar de trabajo. Os explico.

Mi oficina en la CdC: el consumo se dispara

Trabajo en uno de los edificios de la Cidade da Cultura (CdC), un complejo de varios edificios a las afueras de Santiago. Se trata de infraestructuras enormes, de grandes espacios abiertos y techos de varios metros de altura, equivalentes a varias plantas. Con esto os podéis hacer una idea de lo que cuesta calentar (y enfriar) el aire que contiene.

He rebuscado en las memorias de la Fundación Cidade da Cultura, la entidad gestora el complejo, pero no desglosa los consumos, tan solo los mete en gastos de explotación y en euros, no en magnitud energética. Pero sí he realizado una búsqueda en Internet y he encontrado varias referencias de consumo que me pueden servir para hacer una aproximación de mi consumo energético en la oficina.

Cidade da Cultura - Sergio BarbeiraCidade da Cultura al fondo / Foto: Getty Images

Según confirmó la Xunta de Galicia (responsable última de la CdC) a El País en su día, el consumo energético en 2012 era de unos 4,35 millones de kWh al año. Esto supone unos 11.918 kWh/día que, repartidos entre las 600 personas que trabajan a diario en el complejo, arroja una media de 19,9 kWh/día por persona. Si sumo esta cantidad a mis 3,6 kWh/día en el hogar, me salen unos 23,5 kWh/día, bastante más que los 14 kWh/día que tocan para cada español. Pero también hay que tener en cuenta que se debe al hecho de trabajar en una oficina “atípica” como es el caso de la Cidade da Cultura, sin comparación en el resto de España.

Mi cuota del alumbrado exterior

Con la luz me pasa lo mismo. Ya está incluida en mi factura eléctrica, tanto de casa como del trabajo (el cálculo que acabamos de ver). Sin embargo, he estimado el coste energético que me toca por el alumbrado exterior, el de la calle. Estas instalaciones totalizan unos 8.849.839 puntos de luz que, con una potencia media de 156 W, representa un consumo de electricidad de 5.296 GWh/año para el conjunto de España, lo que dividido entre 47 millones de españoles a lo largo e 365 días arroja unos 0,3 kWh por persona. Una cantidad que se suma a mi consumo energético.

De la nevera al microondas

Y llega el turno de los electrodomésticos. Sí, ya sé que vienen en mi factura eléctrica, de la cual ya hablé y aporté el dato total de consumo, pero voy a hacer estimaciones, para ver cuánto se acercan. En mi pequeño piso tengo ocho “grandes” electrodomésticos (sin contar el exprimidor eléctrico de zumo, que usaré una vez al año, si toca). A saber: lavadora, horno, frigorífico, microondas, campana, televisión, batidora y calentador, ligeramente menos que la media de cualquier hogar (unos nueve). En la siguiente tabla se incluyen los tipos de electrodomésticos, su potencia y consumo medio.

tabla consumo energetico electrodomesticos - Sergio Barbeira

Tabla del libro «Energía sostenible: sin malos humos»

Tomo la mayoría de estos datos de potencia como referencia, si bien mi frecuencia de uso varía. Así obtengo los siguientes cálculos: microondas (0,4 kWh/día), vitrocerámica (3,2 kWh/día), horno eléctrico (0,18 kWh/día), lavadora (0,1 kWh/día) y frigorífico (0,5 kWh/día). En total, unos 4,38 kWh/día que, sumados al uso del ordenador portátil y la televisión, alcanzan los 5,38 kWh/día aproximadamente. Aún así el resultado difiere en los 3,6 kWh/día de mi factura, por lo que habrá algún cálculo que se exceda, posiblemente el del microondas o la vitrocerámica.

Mi alimentación, en la media española

Soy una persona activa, que hago deporte tres o cuatro veces a la semana, aunque ando mucho menos de lo que me gustaría por mi trabajo sentado frente a un ordenador. Peso unos 82 kilos y mido 183 centímetros y me ingesta diaria de calorías está en torno a los 2.800-2.900 calorías, si bien hay muchos días en los que intento no superar las 2.200 para seguir el entrenamiento que tengo estipulado. Aún así vamos a tomar como referencia el primer rango, lo que me da un requerimiento energético de 3,3 kWh/día. ¿Cuánta energía consumo para obtener estos 3,3 kWh diarios? Vamos a verlo.

Al igual que el ejemplo que se expone en el libro para ilustrar la media de consumo de los españoles, el coste energético de mi ración de leche es de 1,2 kWh/día, más los 1 kWh/día necesarios para comer dos huevos por jornada.

Aunque cada vez menos, también como carne. Concretamente, una media de 200 gramos diarios de los que el 80% es pollo y, el resto, ternera. Teniendo en cuenta el pollo y la ternera que es necesario criar para satisfacer mi ración diaria, unos 97 kilos de carne que, sumados a los huesos, representan 126 kilos de animal (entre pollo y ternera). Suponiendo que ambos animales tienen las mismas necesidades energética que yo (3,3 kWh/día), el coste de criarlos para que lleguen a mi cocina es de unos 5,1 kWh/día, en línea con la media española estimada por los autores del libro que tomamos como referencia.

Pero también consumo hortalizas y frutas. Considerando los 2 kWh/día y por persona de potencia asociada al uso de fertilizantes, según los datos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), más los 2,5 kWh/día del uso de maquinaria agrícola y regadío, alimentarme requiere un consumo energético de 11,8 kWh/día, en línea con la media española.

Fabricación de objetos y transporte

Ahora bien, muchos de los productos alimenticios o dispositivos que utilizamos están contenidos en recipientes elaborados con distintos materiales (papel, plásticos, vidrio, etc.). Su fabricación y transporte también tienen un coste energético. ¿Cuál es?

En estos cálculos se incluyen sobre todo los costes de las fases de obtención de la materia prima y de producción, que son las predominantes y más intensivas. En general, me identifico con el consumo diario de 150 gramos de envases ligeros (latas, botellas, plásticos, brics, etc.) de un español medio. Estimando un contenido típico de energía incorporada de 10 kWh/kg, mi huella energética diaria del empaquetado es de 1,5 kWh/día. Y le sumo otros 0,5 kWh/día por el consumo de 65 gramos de vidrio diarios.

En cuanto al papel, no solo me anoto el 1 kWh/día de los 100 g de papel al día de revistas, periódicos y propaganda que invaden mi buzón, sino los 50 gramos diarios de otras revistas, periódicos y libros que compro por mi cuenta, lo cual deja mi factura en papel en 1,5 kWh/día.

Libros - Sergio Barbeira

Libros / Foto: Moose

En el caso de mi ordenador portátil, que utilizo todos los días, su fabricación requirió un coste energético de 1.500 kWh lo que, repartido entre los cinco años que tiene, arroja un consumo de 0,8 kWh/día.

Y me queda por sumar a mi pila uno de los gastos más importantes que hacemos, el de la vivienda. En mi caso no es de mi propiedad, sino que vivo de alquiler. Aún así, asumiendo que reemplazamos las casas cada 100 años y que el coste energético diario estimado es de 2,3 kWh/d, esto supone una factura global de 83.950 kWh. ¿Si yo vivo en un piso de 33 m² útiles, qué parte proporcional de ese consumo me corresponde, extrapolando estas cifras y teniendo en cuenta que soy solo una persona y no 2,3 como ocurre en la media de las viviendas españolas?

Pues muy sencillo. Considerando un coste energético de 1.011 kWh/m² y multiplicándolo por la superficie de mi piso, puedo hallar el coste que me corresponde: unos 0,9 kWh/día, en línea con el 1 kWh/día de la media española.

A mi pila de fabricación de objetos tengo que sumar, además, otros inputs, como son:

  • Fabricación de mi coche (10 Kwh/día).
  • Fabricación de electrodomésticos (6 Kwh/día).
  • Construcción de carreteras (1,4 Kwh/día).
  • Pilas (0,1 Kwh/día).
  • Ropa (0,5 Kwh/día).

La fabricación de los objetos que consumo supondría un consumo energético total de 23,2 kWh/día.

En cuanto al transporte de los objetos que consumo, suscribo la media española, que se sitúa en los 18 kWh/día y que incluye tanto el transporte por carretera, ferroviario, marítimo, aéreo y los costes de suministro de energía, entre otros.

Por tanto, mi pila de consumo total quedaría de la siguiente manera:

Pila consumo energetico Sergio Barbeira

Un consumo ligeramente inferior a la media

Esta pila de consumo, de unos 93,6 kWh/día, es ligeramente inferior a los 95 kWh/día de la media española, aunque no a mucha distancia, lo que evidencia que me encuentro en línea con el consumo nacional.

En cuanto al análisis desglosado de mi consumo en comparación con el de la media, puedo extraer algunas conclusiones. En cuanto a mis desplazamientos, hago un menor uso del vehículo propio (un 60% menos), pero mayor en el caso del avión, si bien este último consumo no es tan regular como el anterior y hay años de más y otros de menos viajes. Aún así, el cómputo total de viajes, ya sean en coche o en avión, son menos que la media (17,1 kWh/día frente a 18).

El consumo de electricidad está dentro de la media (sumando el gasto en casa y en el trabajo), si bien sería probablemente inferior si no fuera por trabajar en un edificio con un coste energético desbocado, como es la Cidade da Cultura de Galicia, que dispara considerablemente mi ración de consumo. Aún así, este apartado se queda en 23,5 kWh/día frente a los 22 del resto de la población. También van parejos mi consumo en alimentación y transporte y ligeramente por debajo (23,2 frente a 25) el de fabricación de objetos.

De todos estos cálculos y análisis me ha sorprendido el elevado consumo de algunos recursos (viajar en avión o el coste energético del centro en el que trabajo, por ejemplo), cuantificar la huella energética de mi consumo alimenticio o el reducido coste de mantener mi nevera las 24 horas encendida, sobre todo en comparación con otros electrodomésticos que, aunque ya sabía que “tiraban” más, los datos vienen ahora a corroborarlo, como es el caso del horno. Ha sido, sin duda, un abordaje interesante que, seguro, me ayudará a tomar conciencia sobre cómo controlar o distribuir mejor mi gasto energético a partir de ahora.

Ahora que llegué al final puedo responder a la pregunta del titular: ¿qué tiene un mayor coste energético, viajar en coche o alimentarme? Ambas son actividades que realizo a diario y compruebo que tienen casi el mismo consumo pero, ¿son igual de imprescindibles? Está claro que no y depende de mí, por ejemplo, optimizar mi gasto en desplazamiento con mi coche particular, explorando otras formas de transporte, menos intensivas en consumo energético y más sostenibles. Pero este análisis lo dejo para otro artículo.

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